Esta mañana me he encontrado con un antiguo compañero de trabajo. Se felicitaba de que ya no trabajaría más. Se aproximaba (como un servidor) peligrosamente a la versión 6.0 y estaba ya echándose sus cuentas para acometer tan grandioso proyecto. Hablaba ufano y victorioso de que durante los últimos años había vivido de ayudas, IMV y subvenciones varias y que, gracias a este gobierno “amable y generoso” (al que hay que seguir votando ante la amenaza de “los otros”), situaría su centro de operaciones principalmente tras las barras de los bares. Por supuesto no rebatí ni una sola de sus palabras y me despedí de él pensando en sus razonamientos.
Tras tan edificante conversación,
me he informado de la cantidad de ciudadanos que reciben, por ejemplo, el IMV u
otras ayudas. La cifra es escalofriante; mas de dos millones de personas de
aquí y de allá susceptibles de poder trabajar son beneficiarias de tales
prebendas que, desde luego, alguien se encarga de sufragar, además de
pensiones, dependencias, viudedades, violencias de género, inmigración
irregular, invalideces y otras muchas. Mi compañero no se planteaba que para
que él —libre de minusvalía alguna ni otro impedimento cualquiera— pudiese
recibir mensualmente la gracia de ese gobierno tan generoso al que vota sin
pensar, hay muchos que pagamos impuestos nada desdeñables imputables a cada
movimiento económico que realizamos.
Si miramos bien estos datos y los
comparamos con el famoso lema que esgrime ese individuo que se ha erigido
Emperador de España de que “nuestra economía va como un cohete”, es muy dudoso
eso de que seamos el motor de la economía de Europa. Cuando uno de los mayores
logros de este gobierno es que cada vez más gente recibe ayudas y “pagas” como
gracia social algo no va bien; el verdadero logro socialista seria que cada vez
más gente pudiese salir de esa situación de dependencia, que se pudiese
emancipar y lograse vivir por sus propios medios. El sistema de subsidios,
lejos de ser un apoyo temporal, es una trampa de la que es cada vez más difícil
escapar. Estamos en manos de un gobierno que se felicita de tener a tanto
subsidiado y que “no deja a nadie atrás”, pero en realidad ponen ante nosotros
a un país que se empobrece, pero que tiene una economía de cohete en donde cada
vez se pagan más impuestos para que el resultado sea una sociedad desencantada
y dependiente de ese gobierno al que hay que votar porque si vienen los otros
“me quitarán la paga” sin darse cuenta de que es, en realidad, un regalo
envenenado.
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