OTRA CORTINA DE HUMO

 


Ante todo, felicitar a todos mis lectores este nuevo año que hemos comenzado hace pocos días. Seamos correctos y deseémonos lo mejor para este 2025 que promete emociones intensas. Y digo esto porque quienes manejan los hilos han querido que así sea.

Me explicaré.

Esta mañana, sin ir más lejos, me he visto envuelto en un debate —estéril a todas luces— con compañeros de trabajo quienes defendían la ocurrencia que se pudo ver durante el cambio de año en la televisión pública. Dos personajes de moda graceaban con un ingenioso montaje que mezclaba una imagen religiosa con el logo de un programa de esa misma cadena y que la presentadora aseguraba llevar a sus viajes y que la protegía o algo así.

Lo cierto es que no hubiese quedado sino como más allá de una mera anécdota jocosa en nuestra conversación si hubiésemos pasado de largo sobre ello. Lejos de eso, alguien defendió tal proceder como digno, sano y alineado con ciertas ideologías que había que, no solo defender, sino imponer a ultranza en contra de la confesión católica y su “oscura trayectoria”. A mí me da igual el tema de las creencias, dije, pero por respeto a mis mayores y sus tradiciones me pareció fuera de contexto y se me ocurrió añadir, con cierto soslayo que, si se hubiese hecho algo parecido con símbolos de otras religiones, tal vez el resultado no sería tan divertido.

Ahí se desató el caos.  Se me tachó de intolerante y nada inclusivo entre otras lindezas, por lo que me vi de repente envuelto en una conversación nada edificante en donde se establecieron dos bandos enfrentados que hubo que zanjar, por el bien de todos introduciendo en el encendido debate, algunas frivolidades y asuntos más carnales.

Es evidente que alguien nos mueve la ventana de Overton a su conveniencia y que nos quieren divididos y enfrentados. Airean un discurso woke y falaz para que nos situemos en facciones encaradas, discutiendo o debatiendo sobre nimiedades para que no veamos la realidad del problema que nos rodea, que es la delicada situación social y económica en la que nos movemos. Inauguramos sin duda el año un escalón por debajo, sumidos en una corrupción política sin precedentes, una suculenta subida de impuestos, un serio problema de inmigración ilegal que no saben manejar, un difícil escenario inmobiliario, un ambiente económico-laboral precario en general y una situación política que hace aguas por todas partes.

Pero no desesperemos, disponemos de doce meses enteritos para rectificar, seguro que nuestros gobernantes nos ayudan a salir de esta. Para eso están.

Seguro que sí.  O… ¿me equivoco?

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