COSECHA DEL 65

 

 

 

Muchas gracias a todos los que me habéis felicitado en mi 60 aniversario. Parecía que no iba a llegar este momento, sin embargo, el viaje de este “babyboomer” sigue adelante cargando sobre mis espaldas seis décadas de vida cuyo peso se empieza a sentir pero que, gracias a dios, llevo de una manera bastante más digna de lo que hace años podía prever. Y no me refiero solo al peso físico, que sigue siendo ligero, sino también a ese otro que día a día va dejando un poso invisible pero tenaz que te hace ser más consecuente, menos intrépido y apreciar esos valores que antes pasaban casi desapercibidos.

 Se trata casi de una obligación, una vez alcanzada la versión 6.0, eso de echar la vista atrás y hacer una especie de balance para seguir adelante con la vista despejada y plantear algunas cosas a futuro. Puedo comprobar cómo la vida me llevando por paisajes humanos, sociales y naturales que ni siquiera sospechaba. Algunos quiero llevarlos para siempre en mi corazón y otros ha habido que dejarlos en el camino por perniciosos, inconvenientes o simplemente vacíos. Llegado también a este punto, y visto desde la distancia, el perdón y el olvido es una potente medicina contra la amargura. También el agradecimiento, la sonrisa y un punto de humor o ironía son necesarios para seguir adelante con la conciencia despejada y la mente abierta para alcanzar la plenitud. Una nueva etapa se abre ante mí y no deseo otra cosa que aprovecharla al máximo con la asistencia y compañía de mi familia, mis buenos amigos y todos cuantos queráis compartir conmigo momentos de dicha. Dicen que la felicidad está hecha de esas pequeñas cosas que a veces pasamos por alto: la buena música (esa de nuestra juventud ochentera, claro), una lectura edificante tras un cristal en días de lluvia, un agradable paseo al sol, la compañía de uno mismo para reflexionar de vez en cuando y otras veces una buena conversación con un amigo degustando un buen vino, también ese viaje que  me debía a mí mismo hace tiempo o el regreso de a esos momentos de felicidad mediante un ejercicio de introspección.

He trabajado lo mejor que he sabido y podido, he viajado, he estudiado, he formado mi propio hogar, he escrito mis ideas y han pasado por mi vida infinidad de amigos y compañeros, unos que permanecen a mi lado y otros han quedado por el camino, pero todos han sido de una u otra forma, importantes para mí. Os llevo a todos en el corazón.

Por eso os agradezco a todos vuestras felicitaciones y espero que, dentro de un año, sigamos aquí sin faltar ninguno, con una sonrisa sincera y la mejor de las intenciones.

Gracias a todos.

 

 

«Lo mejor de envejecer es que te vuelves más suave. Las cosas no son tan blancas ni tan negras y te vuelves mucho más tolerante. Puedes ver lo bueno en las cosas mucho más fácilmente, en lugar de enfurecerte como solías hacer cuando eras joven».

Maeve Binchy.

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