A ELLA LE DA IGUAL


 


Según sesudos estudios avalados por científicos reconocidos, la edad aproximada de La Tierra sería de unos 4.54 mil millones de años, con un rango de error de unos 50 millones de años. Durante todo este vasto espacio de tiempo, nuestro planeta ha sufrido multitud de cataclismos, modificaciones, calamidades, glaciaciones  y otros muchos cambios que nuestra escasa memoria temporal es incapaz de entender. Nuestro planeta ha trasformado su aspecto, fisonomía y composición química cientos de veces y no hemos podido ser testigos de cambios tan colosales sino por las evidencias que estudiosos de la materia descubren y registran.

Las condiciones del entorno son las que determinan las formas de vida exitosas y nosotros somos solo una más de ellas. Nada más. No somos ni la mejor, ni la primera, ni seremos tampoco la última especie dominante, pero de lo que podemos estar seguros es que no seremos ni la definitiva ni la más duradera. Somos una especie frágil, una forma de vida que se aclimata con dificultad al entorno y por ello adecuamos el medio a nuestras necesidades. En la naturaleza, aquel que no se adapta fracasa y nosotros no somos capaces de hacerlo. Es así. Darwin sabía algo de todo esto.

No quiero ser agorero, pero el cambio climático es un hecho, lo produzcamos nosotros o no. No quiero entrar en esa espinosa cuestión. Pero pensemos por un momento que esos cambios siempre se han producido durante millones y millones de años (a distintos ritmos) y nadie protestaba. La Tierra seguía su curso sin preguntar, a ella de da igual, y las especies se adaptaban y evolucionaban o de lo contrario, fracasaban. Siempre ha sido así y no va a ser diferente ahora. La naturaleza tiene sus ritmos y sus protocolos y no los vamos a cambiar, no seamos ingenuos. Llevamos sobre este planeta cuatro días y lo hemos modificado a nuestra conveniencia y, claro, ahora no nos viene bien que La Tierra siga haciendo lo que ha hecho siempre.


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