DIA DE LA MADRE

 


Este domingo se celebra el día de las madres, de esas mujeres maravillosas que un día nos dieron la vida y cuidaron de nosotros y de nuestro entorno. Pero ser madre va mucho más allá de ese acto genético que se extiende durante toda la vida con ese vínculo tan especial que significa anteponer necesidades de los hijos por delante de las propias. El hecho natural de ser madre no ha cambiado sustancialmente, aunque sí los modos y hábitos de llevar a cabo tan difícil misión en estos tiempos. A día de hoy, se es madre pasados los treinta y, cada vez más, a eso de los cuarenta, a diferencia de nuestras madres y abuelas que lo eran con poco más de veinte y apenas trabajaban fuera de la casa-hogar de la familia.

Las chicas de mi quinta, las babyboomers  (algunas, abuelas ya), fueron las pioneras en comenzar a retrasar su maternidad en algunos casos por concluir su formación. A día de hoy se ven manejando una casa, trabajando y tocando con la punta de los dedos esa ansiada jubilación mientras cuidan, además, de padres muy mayores, quizá de nietos y luchan también porque esos otros hijos que andan entre los veinte y los treinta puedan abandonar el nido de una vez mientras sacan tiempo todavía para ir a pilates o clases de mantenimiento de suelo pélvico. Mi admiración hacia todas ellas.

Ya veremos en qué desemboca eso de ser madre en el futuro. Y es que “los tiempos adelantan que es una barbaridad”, dicen. Las madres de hoy son hijas de esas babyboomers y han pasado el rigor de formarse hasta los treinta o más para comenzar una carrera profesional casi imposible de consolidad, por lo que encontrar el momento de hacer el parón que exige la maternidad es difícil de encontrar si además se quiere compatibilizar con viajar, salir o hacer deporte. Además a día de hoy las parejas no suelen ser tan estables como lo eran antes con lo que, para quien antes de la ruptura ha sido ya madres, la tarea es mucho más ardua que cuando se comparten responsabilidades.

Por eso las mujeres de nuestras latitudes demoran o directamente renuncian a tan admirable tarea en favor de desarrollar sus propias vidas y afanes, circunstancia que en generaciones anteriores no se tenía tan en cuenta o, sencillamente, se ignoraba.

Desde aquí mi más sincera felicitación a todas esas mujeres que han tomado la determinación de ser madres.


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